Es verdad, disfruto con la orientación, me encanta este deporte, y ¿por qué?, ¿por qué no me canso de correr monte de aquí para allá, de perderme y volver a encontrarme, de recogerme resacoso una noche, dormir dos horas y tirar al rato hacia el monte? ¿por qué? (parezco Mouriño, pero no, soy un simple orientador).
La respuesta os la podrían dar todos y cada uno de los compañeros que nos vemos todos los domingos en el campo de batalla. No nos cansamos de este deporte porque la orientación tiene una esencia diferente a cualquier otro deporte: el estar con tu plano, tu brújula, tu pinza y el terreno, el sentirte parte del mismo, el poder reconocer cada uno de sus detalles en el plano, el llegar a meta y valorar las diferentes opciones de ruta elegidas por tus "rivales-compañeros", todas estas sensaciones no tienen precio, y solamente experimentándolas podréis ser capaces de entender porqúe digo todo esto.
Tras dos meses de verano sin carreras, sólo dos travesías de montaña efectuadas, ya tenía ganas de salir a hacer Orientación. No me encontraba nada bien físicamente, y si a esto le añado las pocas horas de sueño con las que llegué a la prueba (hubo mucha gente culpable de ello dicha noche, un saludo por cierto al grupo "Lorca a ............ abierta"), todo hacía presagiar un rotundo fracaso. Pero no, las sensaciones en el monte fueron buenas, las elecciones de rumbo, acertadas (creo) y el resultado final, nada esperado. Por contra, me quejo del sofocante calor que hizo y de mi forma física la cual en los últimos controles me hizo que, al llegar a meta, casi me pusiera a vomitar.
Aquí tenéis el track de la prueba y clasificaciones, y como novedad, un enlace a un interesante archivo.
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